

Aproximadamente un 90% de las mujeres embarazadas consumen cafeína a través de la alimentación o de alguna medicina, para combatir la somnolencia y la fatiga, que están presentes al principio del embarazo. Existen diversos estudios que afirman que el alto consumo de cafeína durante el embarazo puede aumentar al doble el riesgo de aborto espontáneo, de parto prematuro, de retardo en el crecimiento intrauterino del feto y del nacimiento de bebés con bajo peso.
La cafeína no está recomendada durante el embarazo, ya que el organismo de una persona lleva de cuatro a seis horas para eliminar los efectos de la cafeína en su cuerpo; en el caso de una mujer embarazada, su organismo tarda hasta 18 horas, aumentando el estado de alerta, ya que su cuerpo retiene más cafeína que el de otras personas.
Hay que destacar que la cafeína estimula la liberación de ácido en el estómago, provocando molestias estomacales y puede cruzar fácilmente la barrera placentaria e influenciar en el crecimiento y desarrollo de las células del feto, pudiendo alterar su oxígeno y el flujo de la sangre, y hacer que el bebé nazca con alguna anormalidad.
La cafeína actúa como un estimulante a nivel central. La primera señal de intoxicación es la somnolencia y en un consumo más alto, se produce irritabilidad, estrés, cefaleas, gastritis y alteraciones cardíacas, sin embargo para que eso ocurra tendría la futura madre que consumir mucha cafeína.
El consumo de cafeína deberá ser limitado también cuando la madre está amamantando, porque puede pasarla al bebé, en este caso, la madre deberá sustituir la cafeína por agua, zumos de fruta y leche.
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