Debemos tener presente que cada uno de los niños tiene su propio ritmo de aprendizaje, pero existen una serie de puntos que nos podrían alertar si algo no marcha bien, por ejemplo, si el bebé que no empiece a balbucear durante los primeros meses o cuando entre el año y los dos años de edad , no llegan a comprender órdenes simples.
Cuando los pequeños llegan a dos años deberán pronunciar palabras similares a las del lenguaje establecido. Si no puede hablar , debemos observar si es porque no comprende lo que se le dice o porque existe algún tipo de lesión neurológica, sensorial o motriz. Recordemos que el nivel de inteligencia y el lenguaje van unidos. Además, debemos estimular a los pequeños para que hablen.
Existen diferentes trastornos en el lenguaje: disfonía, dislalias, disfasias, afasias, disfemia, tartamudez, farfulleo. Te los describiremos brevemente:
Disfonía: alteración en el tono o en timbre de voz del emisor. Puede ser: transitoria o crónica.
Dislalias: alteración en la articulación de los sonidos o genomas. Puede ser : evolutiva, funcional u orgánica.
Disfasias: no existe una definición unificada sobre este trastorno, puede estar vinculada a diferentes problemas.
Afasias: problema provocado por una lesión cerebral después de que el individuo haya adquirido el lenguaje.
Disfemia o tartamudez: problemas para establecer fluidez en el habla. Suelen acompañarse de otros problemas físicos (muecas, balanceos, parpadeo). Este tipo de problema suele desaparecer espontáneamente en casi todos los casos.
Farfulleo: es un trastorno en la fluidez del lenguaje, cuando el niño habla muy rápido.
Es importante que si ves algún problema en su lenguaje, acudas a un profesional que se encargue de hacer un diagnóstico y de buscar un tratamiento que resulte efectivo para cada caso en particular.
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