

Dependiendo de la época en la que nazca el niño, sus primeros meses serán más o menos agradables. En verano, los bebes pequeños deben ser resguardados de cualquier tipo de aire acondicionado e incluso ventiladores demasiado fuertes.
Aunque nos pueda parecer excesivo, los bebés soportan mejor el calor que el frío. En invierno, los bebés deben estar siempre abrigados, aunque no en exceso. A veces, creemos que por abrigar más al bebé evitaremos que caiga malo o se contagie de algún virus.


En cambio, no pensamos que, precisamente abrigar demasiado al niño le provocará una posible gripe o resfriado. Al tener tanta temperatura corporal, después cuando le quitemos la ropa, el bebé será más inmune a cualquier resfriado.
Para averiguar, si nuestro niño tiene frío o calor, debemos tocarle las manos y la carita, porque generalmente los pies de los bebés, suelen estar más frios que la cara. Los colores en su cara, marcarán una subida o bajada de la temperatura corporal.
A la hora de dormir, en invierno, es importante acostarlos en la cama con bastante ropa o tapados. Porque durmiendo baja la temperatura del cuerpo y es entonces cuando pueden resfriarse también.
Además si el niño se encuentra molesto por el calor o el frío lo mostrará no comiendo igual o no comportándose con la misma actitud.