

Y es que gracias a los disfraces, los niños consiguen ensayar emociones, sentimientos... En definitva, ponerse en la piel del otro y experimentar nuevos roles, viendo el mundo desde distintas perspectivas y puntos de vista.
Con un disfraz, los niños sienten que pueden hacer lo que en la realidad no les está permitido, sintiéndose además protegidos. Pueden ser valientes piratas, bomberos, princesas, brujas. Cualquier cosa que les permita su imaginación.
Disfrazarse se convierte en algo muy positivo, ya que es para los niños un ejercicio de empatía y de descubrimiento del otro. Además, es una muy buena forma de fomentar la creatividad. Lo cierto es que, como decimos, se acerca el Carnaval, que es una buena época para que los niños disfruten de los disfraces, pero no es la única. Aprovecha cualquier momento para que tus hijos se disfracen y se diviertan.
Para ello, vendría bien que prepares un baúl con la ropa y los disfraces de los niños, que esté siempre a su alcance, para que se disfracen siempre que quieran. Añada complementos además de ropa: pelucas, telas, sombreros...
También puedes jugar con los niños a elaborar vuestros propios complementos: una espada con cartón y papel albal, una varita mágica...Así, además de compartir con él el juego, le ayudarás a fomentar su creatividad.