Existen muchas razones por las que un niño puede morderse las uñas, como por ejemplo, que no le van bien las cosas en el colegio, ante situaciones de miedo, tensión o nerviosismo o porque no se encuentra bien consigo mismo... Incluso se dan casos de niños sensibles que no son capaces de superar la frustración.
Otros niños lo hacen por aburrimiento. En este caso, la situación se empieza a hacer patente en el niño a partir de los tres años, aunque si el pequeño está contento, le va bien en el colegio, tiene amigos y come y duerme bien, es probable que tan sólo sea una costumbre pasajera y por ello es recomedable no interferir y esperar a que se le pase.
Es importante localizar el motivo que angustia al niño, aunque hay que entender que se trata de una situación incontrolable y que no puede dominar y por lo tanto un hábito compulsivo muy normal en la infancia, pero que en algunas ocasiones llegan a lastimarse, pudiendo dar lugar a infecciones y convirtiéndose en un problema para su salud.
Es importante investigar la causa que lleva al niño a esta situación pero también hay que tener en cuenta que no debemos acosarle todo el día con que no se coma las uñas y cuando no lo haga, premiarle por ello, pero no regañarle cuando lo haga. Ante situaciones en las que el niño va a comenzar con el hábito de morderse las uñas se le puede proponer alguna actividad u ofrecerle algún juguete para distraerle aunque si esta costumbre persiste en el tiempo será aconsejable acudir a un psicólogo infantil para que sea él quien resuelva este problema de conducta.