Cuando nuestros pequeños van creciendo, se nos van complicando las cosas. La educación es uno de los retos a los que los padres hemos de enfrentarnos con firmeza, pero también con comprensión. Por la importancia que merecen, hoy os vamos a hablar de los límites necesarios en la educación de nuestros hijos.
Como decíamos anteriormente, la disciplina es imprescindible para marcar los límites necesarios en la educación de nuestros hijos. Esta disciplina ha de ser eficaz, como no podría ser de otra forma, sino las reglas que indiquemos a los niños no surtirán ningún efecto.
El problema, sobre todo si somos padres primerizos, es que no nos vemos capaces ni preparados para comenzar con la ardúa tarea de educar y, en muchas ocasiones, no marcamos bien las pautas. Por ello, hemos de tener presentes una serie de claves que nos ayudarán a poner los límites en la educación de los pequeños.
Lo primero que debemos hacer es concretar nuestras reglas consiguiendo, por todos los medios, que los niños nos entiendan. Dar órdenes claras y específicas nos pueden ayudar a que los niños obedezcan sin reparos ya que, aunque en ocasiones no lo creáis, ellos están dispuestos siempre a agradar a sus padres. Hemos de explicar brevemente por qué no deben hacer ciertas cosas y qué es exactamente lo que no deben hacer, siempre atrayendo su atención, por ejemplo acercando su cara a la nuestra despacio y sujetándola de esta forma si el pequeño gira la cara para otro lado, para que no se distraigan y la comprensión del niño sea mayor.
Al mismo tiempo, hemos de ofrecer opciones a los niños para que las órdenes no sean tan estrictas. Decir a un niño que tiene que hacer algo concreto y punto, no ayudará demasiado a que éste lo haga. Lo mejor es le propongamos hacer una actividad necesaria para él ofreciéndole otras opciones, de esta forma el niño siente una sensación de libertad y control que nos ayudará a que cumplan nuestras reglas. Por ejemplo: Es la hora de comer ¿lo haces tu sólo o te ayudo yo? o "no puedes comer chocolate ahora, pero podrás hacerlo después de la cena". Cuando cuentan con nuestra ayuda, los pequeños suelen sentirse más cómodos y cumplen las reglas sin poner peros.
Cuando los niños no obedecen de ninguna manera, hemos de mostrarles nuestra firmeza, de tal forma que comprendan que su comportamiento no es adecuado. Os preguntaréis cómo hacer que nuestra firmeza sea visible, pues bien hemos de dar la órden con voz segura, sin vacilar, fijando una vez más su atención en nosotros con una mirada seria y, eso sí, sin gritar ni hacer movimientos violentos. Lo difícil es combinar la comprensión y la firmeza, poco a poco, y con la experiencia que nos da el tiempo, seremos capaces de conseguirlo.
No es adecuado que únicamente demos órdenes en sentido negativo, es decir, es bastante mejor decir al niño lo que debe hacer, por ejemplo "habla bajito", en lugar de lo que no debe hacer, por ejemplo "no grites", así éste será más receptivo a la hora de obedecer.
Hemos de evitar, al mismo tiempo, las luchas de poder entre nosotros y los niños porque, si no es así, el niño se mostrará más rebelde. ¿Cómo podemos lograrlo? Lo que tenemos que hacer antes situaciones de este tipo es mantenernos al margen de la órden. Por ejemplo, si el niño no quiere comer y desea jugar, pero es la hora de que el pequeño tome su comida, no es adecuado decirle "siéntate a comer ahora mismo" o "tienes que comer de inmediato" porque provocamos una tensión innecesaria. Lo mejor es decirle al niño frases del estilo "es la hora de comer" o "son las 14.00, hora de la comida", de esta forma la tensión desaparece y, por ende, también la rebeldía del pequeño.
Es importante, para poner los límites necesarios en la educación de nuestros hijos, ser constantes, es decir, las reglas que pongamos deben ser siempre las mismas, el padre no debe desautorizar a la madre y viceversa delante del pequeño, y, si es necesario repetir las reglas una y otra vez para que el niño las cumpla, hemos de hacerlo aunque estemos hartos de repetirlas.
Para que el pequeño no se sienta desplazado, lo mejor es que demostremos siempre que nuestras órdenes están dirigidas a corregir un comportamiento concreto y no para censurar ni rechazar a nuestro hijo. Una frase muy extendida en los padres es decirle al pequeño algo así como "eres malo", esa frase va dirigida directamente al niño y no al comportanmiento y éste sentirá un rechazo profundo por nuestra parte. Lo mejor, como decíamos antes, es darle la orden refiriéndonos al comportamiento "si tiras los juguetes al suelo, se romperán".
Para finalizar, hemos de controlar siempre nuestras emociones delante del pequeño cuando le estamos marcando un límite. Este aspecto quizá sea el más difícil de poner en práctica porque, muchas veces nuestros hijos nos desbordan. Si es necesario contad hasta 10 antes de enfrentaros al pequeño porque, si el niño observa violencia, él también se mostrará violento y rebelde y no conseguiremos que cumpla la nueva regla. Así, hemos de actuar siempre con una calma absoluta y conseguiremos que nuestro hijo se comporte como deseamos o, más bien, como debe hacerlo.
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