

Licencia de Creative Commons de Reconocmiento/Autor: Karin Dalziel Como sabéis, el buen estado de salud de las madres antes de quedarse embarazadas es muy importante ya que influirá en el buen desarrollo del feto y en que la gestación culmine de la manera más adecuada. Así, hemos cuidar nuestra salud antes y durante el embarazo siempre para que nuestro hijo se beneficie de ello. La anemia durante el embarazo es una de las cuestiones que hay que tener presente ya que la falta de hierro en nuestro organismo puede provocar grandes problemas de salud en el futuro bebé si no se controla como es debido. La aparición de la anemia durante el embarazo es un hecho habitual y suele venir de la mano de una mala nutrición anterior al embarazo, así como a consecuencia del aumento del volumen sanguíneo que tiene lugar una vez que la mujer se queda en estado. La presencia de la anemia durante el período de gestación puede provocar una serie de problemas de salud que recaerán en el futuro bebé. La anemia puede llevar al desarrollo lento del feto e, incluso, provocar un embarazo prematuro. Al mismo tiempo, y ya hablando de la salud de las madres, puede llevaros a padecer infecciones urinarias que es necesario controlar para que no lleguéis a situaciones más graves, como padecer la llamada pielonefritis. Cuando os quedáis embarazadas, se os hará un estudio profundo para comprobar que tanto vuestra salud como la del bebé son óptimas. Si el doctor detectara que la anemia está presente durante el embarazo, os prescribirá una dieta sana y equilibrada y algún suplemento vitamínico que os ayudará a erradicarla. Normalmente, deberéis tomar alimentos ricos en hierro e ingerirlos acompañados de alimentos ricos en vitamina C, ya que ésta favorece la absorción del hierro que necesitáis. Se procederá a controlar el nivel de glóbulos rojos a través de analíticas simples. La anemia se detecta con un simple análisis de sangre, análisis que se os harán en el estudio del que os hablábamos anteriormente. Fijáos si es importante el control de la anemia durante el embarazo que, si ésta persiste al final de la gestación e, incluso, en el momento de dar a luz, será necesaria una transfusión de sangre ya que durante el parto suele perderse una gran cantidad de sangre.