Perros y bebés, qué hacer
21 enero 2010 | Por maria duque
Muchas parejas que tienen en casa un perro, cuando su bebé empieza a gatear y a moverse, se preguntan qué puede suceder entre él y su mascota.
Y es que es entonces, cuando el niño va ganando en autonomía, cuando la relación con el perro empieza a afianzarse. El niño tiene unas ganas constantes de interactuar con el entorno, de investigar cuanto hay a su alrededor... Y claro, el perro, que hasta entonces no le llamaba la atención, empieza a hacerlo. Es normal que el niño quiera cogerlo, tocarlo... para evitar algún que otro susto, es mejor que no los dejes a solas. Desde el principio, es importante que los dos sean sociables, y que se respeten tanto uno como otro en sus momentos de descanso, comida... El perro debe aprender que no puede lamer al niño no coger sus cosas, por ejemplo. A su vez, el niño tendrá que entender que no debe tocarla la comida, tirarle de la cola, del rabo... En un principio, como el niño es pequeño, son los padres los que deben estar pendientes y hacerse responsables de que el niño no se salte los límites, que tiene que ir aprendiendo poco a poco. La verdad es que teniendo esto claro, casi todo el mundo que tiene perros y niños asegura que la relación que se establece entre ellos es muy positiva para todos. Y es que convivir con un animal ayuda al niño a ser consciente de que existen otros seres y a respetarlos y tenerlos en cuenta. Además, la unión que se crea entre los perros y los niños es muy especial. El perro acabará siendo un compañero de juegos estupendo para el niño, incondicional (como son los perros), que no se cansará nunca, que se convertirá en un estímulo para que el niño empiece a andar, que hará que exteriorice los sentimientos y que desde pequeño, se acerque a los conceptos de responsabilidad y compromiso. Imagen de overdrive_cz sujeta a Licencia CC