Sobre todo si debes dejarlo para ir a trabajar aparecerán dudas y temores, pensaremos que no estarán con nadie mejor que con nosotras, y posiblemente sea cierto. Pero también es cierto que no importa la cantidad sino la calidad del tiempo que les demos a los niños, por más que parezca una frase hecha es cierto.
Cuando los pequeños sólo tienen tres meses de vida dependerán más tiempo de nosotras y estarán más relacionados con su mamá. En esta etapa es mejor no separarse mucho de ellos. Si tienes algo que hacer puedes hacerlo dejándolo en cuidado de alguien de muchísima confianza mientras duerme y volver pronto.


Cuando ya nuestro pequeño tiene entre cuatro y seis meses la situación cambiará. En esta etapa los niños se muestran afectuosos pero no logran distinguir bien a los extraños. Si empiezas a trabajar seguramente el niño podrá adaptarse bien a la guardería o al jardín maternal.
A partir de los seis meses y hasta el año los niños empiezan a sentir la ‘angustia de la separación’. Llorará cuando nos vamos, y también si se acerca algún desconocido. Es cuando más paciencia debemos tener ya que realmente se sienten angustiados.
Cuando vayas a salir de la casa sin tu hijo no es aconsejable que lo hagas escondiéndote, ya que cuando se den cuenta sentirán que los engañamos. Lo mejor es saludarlos explicándoles que vamos a salir y que vamos a volver pronto. Hacer las despedidas largas les generará más angustia y a nosotras, al verlos llorar, también nos provocará malestar.
En la actualidad la mayoría de las madres tienen su trabajo fuera de casa, pero es aconsejable que al regreso nos tomemos un tiempo exclusivo para los pequeños, compartir actividades diarias, como por ejemplo, el baño permitirá que compensemos la cantidad de horas que pasamos fuera.