

Salir del vientre materno y llegar al frío mundo supone un cambio muy importante para el bebé, por eso desde un principio tenemos que colmarle de cuidados para que se pueda sentir lo más cómodo, a gusto y protegido posible. En este sentido, es donde entra el protagonismo del arrullo.
El arrullo ayuda a tranquilizar al bebé
Envolver al bebé en un arrullo o en una manta ayuda a proporcionar mucha calma al bebé y, además, evita que este se pueda asustar con sus propios movimientos. Esto es especialmente importante durante las primeras etapas de la vida cuando todavía está descubriendo su cuerpo y todo lo que tiene alrededor. El arrullo se tiene que convertir en la nueva zona de confort en la que se encuentre el bebé después de haber salido del vientre de su madre, ya que gozará de algunas similitudes como el calor, la sujeción y la seguridad. Tener a nuestro bebé en un arrullo significa que este podrá estar calentito hasta que su termostato interior se regule con el tiempo, además, evitaremos los temidos cólicos tan propios de estas edades. A pesar de que muchos padres piensan que el uso del arrullo está solamente indicado para los primeros días que pasa el bebé en el hospital, también es recomendable que siga esta práctica en casa por todo lo que implica para el bebé. De esta forma tu hijo se sentirá mucho mejor y pasará mucho mejor sus primeros días. No te desprendas del arrullo hasta pasado el primer mes de vida y tu bebé lo agradecerá.