Se trata de un estudio rutinario, no invasivo y que no causa ningún tipo de dolor o molestia a la madre. Los Monitoreos Fetales Electrónicos se emplean para detectar y seguir el ritmo cardíaco del bebé y las contracciones uterinas de la madre. Si bien sirven para ambas cosas, los resultados pueden obtenerse de manera separada.
El monitoreo fetal externo se lleva a cabo empleando ultrasonido (ondas sonoras de alta velocidad). Mediante su uso se pueden detectar los latidos del corazón del feto. Un pequeño disco de ultrasonido se coloca sobre el abdomen y se sostiene con una banda o un cinturón ajustable, su peso es ínfimo y nada molesto de aguantar. El monitoreo externo de contracciones va notificando que tan seguido suceden las contracciones cuando dura cada una de ellas, pero no muestra la intensidad de las mismas.
Cuando la mujer embarazada ingresa en el hospital o el sanatorio, se le realiza un monitoreo que debe durar entre 20 y 30 minutos, así se sabrá de qué forma responde el corazón del pequeño a las contracciones. Si se demuestra que el bebé y la mamá están bien, el monitoreo es removido y se vuelve a usar de vez en cuando, antes y durante el parto.
Si el médico considera que necesita tener otro registro de los latidos del corazón del bebé se puede pedir un monitoreo interno. Para ello se fija un pequeño electrodo al pericráneo del bebé y así monitorear sus latidos. Esto es posible únicamente cuando la bolsa se haya roto.
El monitoreo fetal interno es ideal para medir el bienestar fetal y la fuerza de las contracciones. Gracias a esta práctica se puede ver si las contracciones han disminuido.
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