

Lo primero a poner en mente es que los viajes en autobús no son lo más apropiado. Si no tienes otra opción procura tratar de moverte en un coche cama que tenga baño ante cualquier urgencia. Los colectivos comunes no son recomendados debido a la falta de espacio y a la incomodidad que le generan a la mujer. Además, siempre hay algún desconsiderado que reclina el asiento de adelante hasta el tope, sin pensar en si la persona sentada detrás tiene espacio para moverse.
Moverse en coche no provoca inconveniente alguno, pero cuando la panza ya está crecida hay que evitar ir al volante, ya que se crea una carga sobre los músculos de la espalda que causa muchas molestias. Lo mejor es ir como acompañante, con el cinturón abrochado (con la faja pasando debajo de la panza) y parando cada una hora y media o dos para distender las piernas y caminar. Así se evitarán calambres y molestias generales en las extremidades inferiores.
Los aviones tampoco son problema para las embarazadas, aunque como muchos saben no es recomendable subirse a ellos cuando ya se está en el octavo mes de gestación. Cuando elijas tu asiento, procura que sea en la parte delantera de la nave y cerca del pasillo, de modo que no veas tu movilidad reducida en caso de tener que ir al baño.
Por el lado de los barcos, no generan inconvenientes si se viaja en ellos desde el cuarto mes de embarazo. Sin embargo, hay que consultar al médico acerca de qué comida se puede ingerir abordo y si existen medicaciones permitidas en caso de experimentar mareos muy fuertes.
Como último punto a tener en cuenta, hay que hablar de los viajes al extranjero. No todos los destinos son seguros para mujeres embarazadas. Lo mejor es consultar y confiar en lo que dictamine el médico, ya que a veces es necesario vacunarse y dicha medicación no es indicada para un proceso de gestación.
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