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En este ‘cole’, los niños respiran aire fresco, descubren nuevas sensaciones, corren de un lado a otro… Una educación diferente durante la cual los niños se transforman cada día y aprenden
Para los profesores suena a auténtica pesadilla eso de tener que organizar una excursión a menudo para ir al bosque a dar clase. Ni siquiera hay que irse tan lejos, si el bosque o la playa no está en las inmediaciones, ¿por qué no un bonito parque? Sólo hay que cambiar la pizarra por objetos naturales para explicar la lección del día.


Algunos estudios apoyan decididamente este estilo de docencia ya que los pequeños desarrollan mejor sus habilidades, cuentan con una salud de hierro y tienen una mayor creatividad. Los niños son más independientes cuando pasan sus días en una escuela al aire libre, pero también poseen más capacidades sociales.
Pero sin duda, una de las cuestiones más importantes de este novedoso estilo de enseñanza es que orienta a los niños hacia el respeto y el amor por el medio ambiente. Ese espacio tan indispensable para nuestra vida que sin embargo no recibe el valor que merece.
La duda que bate en retirada a los padres indecisos es si su hijo llegará a Primaria con las bases necesarias para hacer buenos cursos. El cambio da miedo, más aún si hablamos del futuro de lo más preciado de una casa, los hijos.


No obstante, podemos apostar por esta iniciativa con seguridad si conocemos las evaluaciones que sean ido llevando a cabo en los diferentes países donde funcionan estas particulares escuelas, y que demuestran que los niños obtienen grandes beneficios en su vida privada, gestionando sus emociones y desarrollando la motricidad, la creatividad, la observación…
Las bosque escuelas o escuelas al aire libre ya son de sobra conocidas en el centro y en el norte de Europa. En Alemania existe incluso una regulación legal exclusiva para las bosque escuelas, de las que se pueden contar más de 1.000. Son colegios concertados que trabajan con niños de 3 a seis años. En Suecia, el número es más reducido, poco más de 200, entre las que los padres pueden elegir entre educación pública o privada. La idea gustó tanto entre los suecos que llegaron a crear escuelas primarias también.
¿Por qué no permitir a nuestros hijos disfrutar de la naturaleza mientras dan los primeros pasos hacia la niñez? Lo único que necesitan es libertad y aprendizaje, y quizá un chubasquero para los días más lluviosos.