Cuando los niños son pequeños el hecho de ir a dormir es un problema. En muchas ocasiones significa dejar de hacer algo que les gustaba, abandonar un juego o estar solos en una habitación, lo que ellos consideran una separación de sus padres. Esto puede causar algunas complicaciones en el sueño del pequeño. Las pesadillas son uno de los trastornos más comunes de la primera infancia; entre las más comunes se encuentran las parasomnias o alteraciones dentro de la calidad de su dormir.
Los niños pueden despertarse sobresaltados, con la mirada perdida o tienen alucinaciones. Una de las medidas que podemos tener en cuenta es cambiarle el baño antes de irse a dormir, ya que un baño tibio y relajante le permitirá dormir más tranquilo.

Las pesadillas empiezan a aparecer cuando los niños llegan a los dos años de edad y el trastorno suele durar hasta los seis años. Si bien no se sabe con exactitud cuál es la causa de estas pesadillas, muchos médicos dicen que es por el estrés y la ansiedad.
Es de suma importancia que podamos diferenciar los terrores nocturnos de las pesadillas. Estos últimos pueden ser consecuencia de fiebre, algunos medicamentos y falta de sueño y suelen aparecer durante las primeras horas de sueño.
Uno de los principales síntomas es el llanto desconsolado por la noche y el continuo cansancio al día siguiente. Cuando los niños son un poquito más grandes pueden poner en palabras lo que sienten y los miedos que tienen. Antes para ellos es muy difícil dar a conocer lo que les pasa. Lo importante es que en ese momento sientan nuestra contención y vean que junto a nosotros podrán tranquilizarse. Si los niños sienten que su madre o su padre están ahí para acompañarlos podrán volver a dormirse.
Debemos hablar con nuestros hijos respecto a sus miedos y las cosas que les dan miedo, eso los ayudará a reflexionar y de a poco ir superando las pesadillas, cuando entiendan que son solo fruto de su imaginación.
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