Es habitual que en el bebé recién nacido se presente fimosis, que ocurre cuando el glande del pene está cubierto permanentemente por el prepucio y este último no puede ser retirado. Se puede decir que todos los varones, en el momento del nacimiento, presentan fimosis y que suele desaparecer a lo largo de los años, el prepucio se vuelve más elástico y se puede retirar hasta dejar visible el glande.
Alrededor del 80% de los niños menores de seis meses padecen fimosis, que se traduce como un estrechamiento de la abertura del prepucio, que impide su retracción y la exposición del glande. Sin embargo, suele resolverse sin ayuda, alrededor de los 2 o 3 años de edad y pudiendo diferenciar dos tipos de fimosis: fimosis fisiológica y fimosis congénita.
La fimosis fisiológica puede considerarse normal, no produce molestias, salvo excepciones y desaparece espontáneamente y la fimosis congénita no desaparece con la edad, puede ocasionar otros problemas y suele necesitar cirugía o tratamiento médico.
Es importante que los padres vigilen, durante la higiene habitual, si pueden bajar la piel del prepucio, para estar seguros de que padece fimosis o bien acudir al pediatra, que será quien confirme el diagnóstico. Sin embargo, esta edad no es muy significativa y conviene esperar a que el niño sea más mayor para comprobar que acabará desapareciendo y evitar molestias innecesarias al pequeño.
Antes de los dos años de edad, se pueden adoptar ciertas medidas higiénicas, como puede ser la retracción, que consiste en deslizar la piel del prepucio hacia atrás, suave y sin forzar; si el problema reaparece, hasta hace algunos años, había que recurrir a la cirugía, pero hoy en día esta última no es necesaria, dado que existen tratamientos basados en pomadas de corticoides, con una eficacia del 100%.
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