

Un llanto que se prolongue durante mucho tiempo puede traer consecuencias negativas sobre la salud del bebé, que muchas veces son desconocidas por sus progenitores. Por ejemplo, cuando un niño pequeño llora el ritmo cardíaco se dispara, provocando que el torrente sanguíneo que llega al cerebro sea más potente de lo que debe, lo cual puede acarrear graves problemas como hemorragias cerebrales.
Otro efecto físico ligado al llanto del bebé es el de la sobrecarga de estrés. Aunque muchos no lo sepan, el niño se estresa cuando llora y se da cuenta de que su demanda no está siendo atendida. Además, si el nivel de tensión emocional se eleva demasiado las defensas del niño se verán reducidas y será más propenso a enfermarse.
Por otra parte, cuando la criatura está llorando traga mucho aire, de modo que si se produce durante un tiempo prolongado se verá afectado su sistema digestivo. Esto provoca falta de apetito e incomodidad por la aparición de gases.
Una de las consecuencias más importantes de que se deje llorar durante mucho tiempo al bebé está ligada a problemas emocionales muy severos. Es que cuando finalmente el pequeño es atendido se observará un distanciamiento muy fuerte para con la persona que esté a su cargo, ya sean sus padres o no.
Por último hay que destacar también que el llanto produce un gasto de energías muy elevado, motivo por el cual el niño se verá desganado y con pocas fuerzas para sus actividades diarias.
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