

Y es que no tienen nada que ver los juegos de un bebé de meses con los de un niño de unos tres años.
En torno a los dos años, empiezan a aparecer (dependiendo siempre del niño) los juegos simbólicos o de imitación. En ellos, el niño reproduce situaciones que ve en el mundo de los adultos, relacionadas con su experiencia, sus vivencias (dar de comer a sus muñecos, llevarlos al médico...)
A medida que el niña va creciendo y su experiencia personal se enriquece, lo hacen también sus juegos, en los que aparecen nuevos personajes, otras situaciones... El niño imita los roles que conoce, pero además su imaginación le permite crear otros personajes y situaciones, de forma que también desarrolla su creatividad.
A pesar de que en muchas ocasiones los protagonistas y los escenarios de este tipo de juegos son irreales (palacios, dragones, castillos, mazmorras...) el guión de los mismos está siempre basado en lo que los niños escuchan o leen. En este sentido, los cuentos, las series que ven en la televisión... son también una fuente de información muy interesante para los niños.
La función de este tipo de juegos es bastante interesante, ya que gracias a ellos, el niño va asimilando el funcionamiento del mundo, las relaciones, las normas de comportamiento... Así, analiza también las relaciones que él mismo establece con los adultos que le rodean, ayudándole a comprenderlas mejor.
Lo cierto es que este tipo de juegos resultan muy importantes en el desarrollo del niño, por lo que siempre resulta interesante fomentarlos y animar a los niños a jugar.
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En la edad temprana el accionar con objetos es fundamental