También se utiliza durante el embarazo para detectar si existen o no infecciones vaginales, teniendo como referencia la consistencia, olor y color del flujo. Este tipo de tacto es usado también si no estás embarazada, siendo útil para comprobar la existencia de algunos quistes o si existe prolapso del útero.
No debes tener miedo de realizarlo, tu médico ya está acostumbrado a hacerlo, para él es una práctica normal que no le causará ningún daño a tu hijo, ten en cuenta que no es posible alcanzar el útero donde está ubicado tu bebé.
Si bien es frecuente realizarlo al final del embarazo, algunos profesionales prefieren hacerlo durante todas las etapas de gestación, para obtener diferentes datos. En el primer trimestre se emplea para saber si existe alguna amenaza de aborto, en el segundo trimestre es usado para establecer si existe ‘incompetencia cervical’ (si el orificio cervical se dilata entre 2 o 3 centímetros o es necesario hacer un cerclaje cervical, intervención que se usa para cerrar el cuello del útero), en el tercer trimestre el tacto vaginal se usa para saber si existe posibilidad de que se adelante el parto.
Es entendible que muchas mujeres tomen este tipo de práctica como una invasión a su intimidad, por eso es bueno hablar con tu médico acerca de los temores e informarte. Lo ideal es que llegues al momento de hacerlo con todas las ideas claras, así estarás más cómoda, te resultará menos doloroso. Ten presente que este tacto solo se realizará con tu consentimiento.
Foto | Flickr
La verdad es que no conocía esta práctica. Cada día se aprende algo 🙂