El desarrollo de los niños se potencia en mayor medida cuanto más variado y estimulante sea el ambiente que los rodea. Con los juegos, los niños ejercitan su agilidad física y sus sentidos, aunque esto no significa que deban de tener una cantidad excesiva de juguetes; más vale pocos, pero bien elegidos.
Tampoco el juguete más caro es el más enriquecedor; es más, aquellos que dejan al niño pasivo o como simple espectador, no le aportan nada en absoluto.
A medida que los niños se acercan a los 2 años, comienzan a imitar y a tener capacidad de representación simbólica, les encanta emular los comportamientos e impresiones que les rodean. Durante este periodo, sus preferidos son todos aquellos juguetes que les ayudan a desarrollar situaciones imaginarias, fomentar el simbolismo y la fabulación. A los 2 años son recomendables, tanto para niños como para niñas, los coches, trenes y camiones que puedan empujar, cargar y vaciar, las arquitecturas de bloques de plástico o madera, las herramientas de plástico: cubos, palas, rastrillos y moldes para jugar con la arena, muñecas, teléfonos, cochecitos de muñecas, pintura de dedos y arcilla.
A partir de los tres años, aunque se siguen imponiendo sus deseos, ya empieza a querer relacionarse con sus iguales. Ya pueden utilizar triciclos, patines y columpios. Tanto el niño como la niña disfrutarán con los juegos domésticos como, zoos, granjas, garajes, herramientas y muñecas y sus complementos entre otros. Las construcciones con piezas son muy adecuados y comienzan a tener importancia los primeros juegos de mesa, como puzzles y rompecabezas.
A partir de los seis años, y casi hasta los nueve, es la edad de la fuerza. Todos los artículos utilizados para el ejercicio físico les ayudarán a liberar su tensión y aquéllos que favorezcan la habilidad, la atención y la capacidad creadora, así como la imaginación y la destreza. También les divierten los juegos con los demás, en los que hay que cumplir unas reglas. De seis a nueve años son casi imprescindibles la bicicleta, los patines, las construcciones, manualidades, juegos relacionados con la naturaleza, los juegos de mesa con preguntas y respuestas sobre distintas materias, los rompecabezas y las coleciones.
A partir de los nueve años y hasta los doce son muy importantes los juegos que anticipan situaciones adultas profesionales, como por ejemplo, los de química, electricidad o el microscopio. Resultan también muy positivas, las que fomentan las actividades en equipo, deportivas o intelectuales. A partir de los doce años, comienza a desaparecer la necesidad de jugar y sienten deseo por estimular las aficiones que se hayan ido adquiriendo a lo largo de la niñez.
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