

Un experimento reciente ha demostrado que la vista de los bebés es, en realidad, mayor de la que pensábamos. Los más pequeños pueden fijar la vista en objetos a una distancia de entre 20 y 30 centímetros, correspondiente al espacio que existe entre ellos y su madre en el momento del amamantamiento. El pequeño ve con claridad a sólo 6 metros.
Además pueden diferenciar a la perfección la diferencia entre el blanco y negros. Si bien es cierto que nosotros decoramos sus cuartos con colores suaves ellos seguramente preferirán colores como el blanco y negro.
Uno de los ejercicios divertidos es practicar con tu hijo incentivándolo para que ellos muevan sus ojos de lado a lado. Los más pequeños pueden abarcar un campo de casi los 180 grados. Si movemos el objeto muy rápido o si este objeto está a una distancia mayor de 30 cm se pierde todo su interés.
Es normal que no existe una coordinación entre los movimientos de su cabeza y su visión. Los ojos siguen los movimientos con más lentitud que lo que puede mover su cabeza. La rotación sincronizada entre su vista y su cabeza es posible a partir del mes de vida.
Para fijar la mirada demorará un poco. Otro tema que es muy frecuente es notar que sus ojos se van moviendo de forma independiente, por eso en ocasiones los bebés se ponen bizcos. Aunque por el momento llegan a coordinar sus ojitos.
Como no usan sus ojos de forma simultánea, las imágenes no pueden caer en el mismo lugar de la retina en cada uno de sus ojos lo que no les permite la percepción de la profundidad.